Los líderes eficaces son aquellos que ven su trabajo a largo plazo. Son aquellos que reconocen que el liderazgo es toda una trayectoria y que desean dejar un legado cuando su vida haya terminado. Esto les trae un alto grado de determinación y es una de las claves para seguir adelante cuando hay periodos de grandes desafíos y les ayuda a llegar al final de la trayectoria.
Bill Hybels en su sesión titulada “Lo intangible del liderazgo” habló del coraje o determinación. Bill lo describe como “tenacidad incesante, una resolución empedernida demostrada por décadas.”
Todos en algún momento hemos pensado lo que nos gustaría lograr y ver en nuestras organizaciones. Pero a la vez, estamos conscientes que hay obstáculos y no todo resulta de acuerdo con nuestros planes. Pero ahora más que nunca, con todo lo que está en juego, necesitamos tener ese coraje o determinación de la que Bill habla.
La buena noticia es que la determinación se puede adquirir. Consideremos algunas maneras que Bill mencionó para poderlo conseguir.
William Wilberforce y otros. Todos estos líderes abordaron tareas difíciles, enfrentaron grandes obstáculos, fracasaron, se volvieron a levantar, perseveraron y triunfaron. La Biblia también está llena de grandes líderes – hombres y mujeres. Moisés, David, Ester, Pablo, los profetas, y muchos más. También tenemos biografías de hombres y mujeres de fe como Jorge Müller, Hudson Taylor, Oswald Chambers, Corrie Ten Boom y muchos más.
Las biografías de grandes líderes pueden ser de gran inspiración y motivación en momentos claves a lo largo de nuestra trayectoria.
Primero, es abordar los trabajos y las tareas difíciles. Cosas que nos estirarán y producirán una fortaleza de carácter. Cosas que tomarán tiempo y que tendrán sus desafíos. Lo fácil no representa un gran beneficio o una gran aventura. Quizá sería bueno hacernos un par de preguntas y contestarlas con sinceridad: ¿Qué tanto le saco la vuelta a lo difícil? ¿Qué tan fácil me doy por vencido?
Al considerar a los grandes líderes de la historia y de la Biblia nos damos cuenta que todos pudieron destacar porque lucharon y prevalecieron en medio de grandes desafíos y dificultades.
Pero ultimadamente, la fuente más grande de fortaleza e inspiración viene de Dios mismo. Al estar conectado con Él a través de una relación personal diaria y al escuchar y recibir su aliento, consejo y amor nos dará la determinación y la valentía para seguir adelante, triunfar y cumplir con nuestra misión.
Está fue la experiencia del apóstol Pablo cuando dijo: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe” (2 Timoteo 4:7). ¡Qué bueno sería que cada uno de nosotros pudiese decir estas mismas palabras al final de nuestra trayectoria!
Escrito por Luis Mellado. Extraído de El Corazón del Líder, Willow Creek.