Muchos líderes y sus organizaciones valoran la excelencia. Es algo que constantemente desean ver y lograr. Hay diferentes formas de llegar a la excelencia pero una de las más prácticas es la evaluación, y pocas cosas te ayudan a evaluarte a ti mismo como recibir retroalimentación.
“La retroalimentación”, dijo Sheila Heen en su sesión en la Cumbre, “es toda la información disponible a ti sobre ti”. A través de ella podemos tener una idea de qué tipo de impacto estamos teniendo. Sin embargo, nos cuesta trabajo recibirla porque es difícil y a veces dolorosa.
Pero aquellos que tienen el valor y la disciplina de aprender a recibirla se benefician a sí mismos y a su organización, y se convierten en personas que a su vez pueden retroalimentar a otros en una forma e caz.
¿Cómo podemos aprender a recibir la retroalimentación? Sheila sugiere que reconozcamos los tres detonadores que nos hacen reaccionar negativamente.
El primer detonador es el detonador de la verdad. Muchas veces nos es fácil rechazar la retroalimentación cuando no es totalmente acertada. Nos sentimos con el derecho de hacerla a un lado. Pero nos estamos perdiendo de mejorar o aprender de la porción que sí tiene algo de cierto. Es bueno preguntarnos ¿qué tiene de cierto lo que acabo de escuchar?
El segundo detonador es el de las relaciones. Nuestra disposición a recibir retroalimentación depende de quién la está dando y cómo es nuestra relación con esa persona. Debemos estar dispuestos a recibirla de cualquier persona, aún de las personas difíciles.
El tercer detonador es el de la identidad. La manera que nos vemos a nosotros mismos. Qué tan sensibles e inseguros somos. El mejor antídoto para esto es tener nuestra identidad en Dios al reconocer que Él nos ama, que somos aceptados y al recibir su amor. Para los seguidores de Jesucristo, nuestra identidad no está en lo que piensan otros de nosotros ni en lo que hacemos – sino que somos hijos amados y seguros en Dios.
Ahora, el que recibamos retroalimentación no quiere decir que aceptemos todo los que se nos diga, pero sí quiere decir que podemos ser enseñables y humildes de corazón. Sheila Heen recomienda que no sólo busquemos en otros “un espejo de apoyo” sino “un espejo sincero”. Todos podemos mejorar y todos tenemos puntos ciegos.
Al final de la sesión Sheila nos desafió que como líderes, lo mejor que podemos hacer es ser ejemplo para los demás como personas que reciben retroalimentación de otros. Esto pone la pauta que otros puedan seguir en la organización.
También presentó dos preguntas que todo líder debe hacer para invitar la retroalimentación de otros: ¿Qué es algo que aprecias sobre la manera en que lidero al equipo? y ¿qué es algo que me ves hacer o quizá algo que no estoy haciendo que me sugerirías cambiar?
Atrévete, se vulnerable, humilde y enseñable para poder recibir retroalimentación y llegar a un nuevo nivel de excelencia como líder.
Escrito por Luis Mellado | Extraído del “Corazón del Líder” Willow Creek