Por Luis Mellado
Una característica de la pandemia es que amplificó las debilidades y las fortalezas de las organizaciones, pero también las de la sociedad.
Algo que ha estado creciendo desde antes de la pandemia es la falta de civilidad, y lamentablemente es aún más notorio el día de hoy. El respeto, la amabilidad, y la cordialidad están siendo reemplazadas por la falta de atención, aspereza, y hostilidad.
Esto afecta el trato con clientes, proveedores, aquellos que servimos, y aún con nuestros equipos.
Pero, ¿cómo es que llegamos aquí? Y ¿qué podemos hacer como líderes?
Hay muchos factores que pueden ayudar a explicar cómo llegamos aquí, y se han hecho investigaciones y estudios sobre el tema. La polarización y falta de voluntad para ceder y llegar a acuerdos se puede comenzar a notar desde la introducción de los canales de noticias de 24 horas con sus editoriales, comentaristas y los paneles de “expertos” con sus retóricas infladas y prolongadas.
Pero la situación ha sido aún más afectada desde la introducción de las redes sociales, en donde se pueden hacer comentarios y acusaciones sin estar cara a cara con los acusados, casi en anonimato y con pocas repercusiones. Varios estudios e investigaciones han mostrado que la enorme cantidad de tiempo que pasamos en las redes sociales nos están convirtiendo en personas más agresivas, deprimidas y miserables.
La cultura se vuelve cada vez más cruel y agresiva.
Shola Richards, en su sesión de la Cumbre titulada Liderando con civilidad mencionó que somos definidos “por la manera que nos tratamos unos a otros” y que la civilidad es una manera de demostrar el respeto. Shola también nos dio algunas ideas y sugerencias de cómo responder como líderes – empezando con la declaración de que “lo que permitimos continuará.”
Los líderes tenemos la oportunidad de forjar la cultura de nuestra organización y eventualmente la de nuestra comunidad y sociedad.
Shola Richards
¿Qué podemos hacer?
Primero, necesitamos liderar a otros con civilidad. Poner el ejemplo. Estar conscientes de cómo nuestras palabras y acciones afectan a los demás. Valorar a los que lideramos: su trabajo, su rol, su tiempo, sus habilidades y su humanidad. El extender gracia a los demás, y ser la mejor versión de nosotros mismos.
La Biblia nos enseña que tratemos a los demás como queremos ser tratados (Mateo 7:12), que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Marcos 12:31), y aún que amemos a nuestros enemigos (Mateo 5:44).
Segundo, necesitamos liderarnos a nosotros mismos con civilidad. Enfrentar nuestras inseguridades y temores. Mucho del comportamiento hostil y agresivo está basado en el temor y el dolor.
Si enfrentamos y podemos procesar nuestros temores y dolores al grado de vencerlos, seremos personas y líderes sanos.
Y esto nos lleva a nuestro tercer punto. Dejemos un legado de civilidad. ¿Qué tipo de legado quieres dejar? ¿Cómo te gustaría que la gente te recuerde cuando ya no estés?
Sembremos bien y cosecharemos los buenos frutos de civilidad, basados en el amor, el respeto y la cordialidad.
“Todos deben estar listos para escuchar, y ser lentos para hablar y para enojarse; pues la ira humana no produce la vida justa que Dios quiere.”
Santiago 1:19-20
Luis Mellado es Director Regional de La Cumbre Global de Liderazgo en México